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Arturito el Chile, en Barcelona

 

La primera vez que Arturito el chile pisó tierras catalanas, estaba muy sorprendido. Además de que tuvo algunos mexican problems.

 

Al llegar, sintió una olada de calor que lo hacía derretirse (casi literalmente). Gracias al cielo que llevaba su sombrero mexicano! Aunque nadie más lo llevava por la calle. Aunque eso sí, la gente iba mucho más descubierta que en México. Y era normal! Perfecto, Arturito se desnudó y dejó el poncho en su maleta.

Caminaba por el Port Vell y miró en el termómetro –reloj de la calle que estaban a unos 40 grados. Madres! Tal vez en el Norte de México o en Acapulco era normal pero el era chilango total y no estaba acostumbrado a tanto calor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Corrió a la playa Barceloneta y la vio medio llena, no tanto como Acapulco, a pesar de que una mujer se quejaba de que estaba “a petar” y que no se podia meter. A Arturito le valió y quisó entrar al mar a refrescarse. Pero notó que la arena era muy gruesa y raspaba. Vaya, extrañaba la arena de Ixtapa o de Cancún.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando finalmente estaba flotando en el agua, se dio cuenta de que tenía hambre. Así que salió y espero a que algún vendedor ambulante de la playa le ofreciera lo típico. Una hamaca, sombrilla , una piña colada bien fría acompañada de tacos de pescado, donas, elotes, helados, filete con papas, gelatinas...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero nadie pasó. Nadie le ofrecía ni una simple silla. Después de un rato pasó un hombre-que no parecía español, si no árabe- a venderla una “Cerveza Beer”. Preguntó si había comida y le mostró unos sandwiches de dudosa procedencia. Lo que daría por una torta de jamón o unas quesadillas!

 

Salió de la playa y caminó por la orilla para buscar algun puestecillo. No había mucho más que restaurantes caros. Hasta que por fin vio a lo lejos un lugar que se parecía a las fondas de méxico. Se llamaba "El Taco alegre". Un restaurante mexicano! Entró feliz de la vida después de ver la carta y ver nombres tan conocidos...pozole, mole, burritos, chile con carne...Jumm, el chile con carne no lo había visto jamás en su vida. Seguro era un producto capitalista gringo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quiso pedir unas quesadillas. Le supieron a gloria con tanta hambre pero incluso prefería las del puesto de la esquina de su casa con tortillas de verdad, no de éstas que parecían recalentadas. Se animó a pedir agua de jamaica, un pedazo de pastel de tres leches y una margarita. Al recibir la cuenta, le dió un paro al corazón. ¿9 euros por dos quesadillas? A menos que fueran pesos, sería razonable. Sacó su calculadora para hacer la conversión. No manches! 180 PESOS POR DOS QUESADILLAS?! Pues de qué estaban hechas? Las hizo Moctezuma en el cenote sagrado o que onda? Se puso a discutir con la empleada, que ni siquiera hablaba español. Se rehusaba a pagar tanto por unas cosas que en México cuestan 5 pesos y están mucho mejor.

Además, era chilango. Y a los chilangos no nos estafan jamás!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...

 

 

 

 

Tessie Garduño Ávila

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